sábado, 19 de junio de 2010

La Bestia de Altdorf

En los puertos de Altdorf había calma. Los marineros borrachos habían ido a las tabernas de la zona oeste y en ese momento el único ruido que se oía era el del agua chocando contra las barcas, ocultas por la espesa niebla. No era un lugar seguro a esas horas de la noche, pero Margi buscaba algún hombre que la contratase para ofrecerle sus servicios. Sin embargo, su cicatriz en la mejilla y sus cuarenta años no eran unos buenos patrocinadores, por lo que ella creía que sus únicos acompañantes de ese día serían el trozo de raíz de bruja que le quedaba y su aliento a tequila.
No obstante, vio algo moverse cerca de un callejón. Y ella fue hacia ese lugar movida por la curiosidad y por su estómago vacío.
Ahora la figura estaba más cerca y élla podía ver un semblante pálido.
Sacó el cuchillo. Podía haber envejecido para prostituirse, pero nunca se era demasiado vieja para robarle a un borracho.
Podía oír una respiración trabajosa. Era evidente que el objetivo estaba interesado.
-Ven con Margi...
La forma oscura ya estaba lo bastante cerca. Ella imaginó a un hombre alto y lo encajó en la silueta que podía ver, mientras consideraba cuál sería el mejor lugar para la primera puñalada. Luego lanzó el primer golpe, dirigido a la nuez de Adán.
Con una rapidez inhumana, una mano se cerró sobre su muñeca con una fuerza increíble, y élla sintió que sus huesos crujían y se partían.
Su cuchillo cayó y chocó contra los adoquines.
Abrió la boca para gritar y se llenó los pulmones con el frío aire nocturno. Otra mano de palma áspera le tapó la boca para sofocar el alarido. Vió entonces unos ojos brillantes, llameantes y supo que su vida había acabado.
La Bestia la arrastró al interior del callejón y ya allí la abrió en canal.

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