sábado, 19 de junio de 2010

La Bestia de Altdorf

En los puertos de Altdorf había calma. Los marineros borrachos habían ido a las tabernas de la zona oeste y en ese momento el único ruido que se oía era el del agua chocando contra las barcas, ocultas por la espesa niebla. No era un lugar seguro a esas horas de la noche, pero Margi buscaba algún hombre que la contratase para ofrecerle sus servicios. Sin embargo, su cicatriz en la mejilla y sus cuarenta años no eran unos buenos patrocinadores, por lo que ella creía que sus únicos acompañantes de ese día serían el trozo de raíz de bruja que le quedaba y su aliento a tequila.
No obstante, vio algo moverse cerca de un callejón. Y ella fue hacia ese lugar movida por la curiosidad y por su estómago vacío.
Ahora la figura estaba más cerca y élla podía ver un semblante pálido.
Sacó el cuchillo. Podía haber envejecido para prostituirse, pero nunca se era demasiado vieja para robarle a un borracho.
Podía oír una respiración trabajosa. Era evidente que el objetivo estaba interesado.
-Ven con Margi...
La forma oscura ya estaba lo bastante cerca. Ella imaginó a un hombre alto y lo encajó en la silueta que podía ver, mientras consideraba cuál sería el mejor lugar para la primera puñalada. Luego lanzó el primer golpe, dirigido a la nuez de Adán.
Con una rapidez inhumana, una mano se cerró sobre su muñeca con una fuerza increíble, y élla sintió que sus huesos crujían y se partían.
Su cuchillo cayó y chocó contra los adoquines.
Abrió la boca para gritar y se llenó los pulmones con el frío aire nocturno. Otra mano de palma áspera le tapó la boca para sofocar el alarido. Vió entonces unos ojos brillantes, llameantes y supo que su vida había acabado.
La Bestia la arrastró al interior del callejón y ya allí la abrió en canal.

Cintruénigo

Hoy me he pasado toda la tarde perdiendo el tiempo en mi habitación. Esto se debe a que he acabado los exámenes y, además, una tarde de viernes sin quedar tampoco es el momento idóneo para hacer cosas realmente útiles.
Por ello, he hecho una revisión de mis recuerdos y, accidentalmente, he llegado a unos que realmente me han emocionado.
Estos no son otros que los que consigo rememorar del pueblo de mi abuela.
Lo único que conozco bien de ese lugar es la calle donde estaba la casa. Piedras y asfalto para unos, pero un gran libro con muchas páginas por leer para mí.
En las calurosas noches de verano, todos los vecinos, que mas bien eran una gran familia, empezaban a darle vida al estrecho callejón: unos hacían un corro con sillas y jugaban a cartas, otros se hechaban un par de cigarros, gritos como "Ahi va el muetico canario que mozo está ya" se oían por doquier...
También me vienen a la cabeza nombres de personas como Manolo, la Covi, la Resu, Eva, el catalán (nunca supe su nombre), la Milagros..¡Grandes personajes!
Pero lo dicho, una familia. Tapujos había muchos, aunque todos se sabían.¿El cómo? Lo desconozco.
Pero bueno, no es eso lo que me emocionaba. Lo que me dio una especie de "bienestar propio" fue el hecho de que mi abuela naciese ahí, criase a sus hijos ahí, y tiempo atrás pudiese enseñarme a jugar a cartas en el corro que surgía a partir de las 10, tras la fresca que venía cuando todos acababamos de cenar.
Toda una vida se desarrolló en la susodicha calle, sumémosle ahora la del resto de vecinos. ¡Cuántas lluvias habrán arrastrado desgracias, sequías habrán abrasado alegrías o secretos que jamás serán desvelados! Nadie lo sabrá jamás, nació y se irá. Quedará grabado en la memoria de pocos. Suerte la de esta minoría de adquirir tal sabiduría.

miércoles, 9 de junio de 2010

Sin razón de ser

El motivo por el que escribo hoy es el simple hecho de sentirme mejor. No cambiaré nada, pero sé que hay gente que lee esto y me alivia contárselo a alguien.

Acabo de hacer un hallazgo. Normalmente los descubrimientos aportan algo bueno, pero este no. Este me atormenta hasta tal punto que trastorna mi visión sobre mi vida.
Me acabo de dar cuenta que no sé quién soy, ni qué debo hacer, ni qué camino debo escoger...no sé nada sobre mí mismo. Y es algo verdaderamente extraño.
Normalmente, gente dice esto por llamar la atención. Yo no sé si la quiero, la necesito o sin embargo debería huir de ella. No sé de qué ha servido mi trabajo hasta ahora, ni de qué servirá el futuro. Tampoco el mantener una compostura, si al fin y al cabo, no soy mas que un amasijo de tuercas y tornillos con apariencia humana.

Hace tiempo que no siento, pero ¿por qué?. Te diré el por qué, a ti, el que lees esto. La razón es que me he inundado de lágrimas mi interior, y éstas han anegado toda parte vital que podía asociarse a algo normal. Grandes murciélagos y brillantes ojos esperan el momento idóneo para atacar en la grande cueva que hay dentro de mi. Pero no solo el agua hace mella, también continuas críticas, falsos halagos que esperaban un estruendoso fracaso para atravesarme las costillas con sus afiladas esquinas...

Siempre han esperado de mí una grandiosa producción que enmascaraban con el nombre de "mi futuro". Pero ese futuro, ¿será el mío o serán ganancias que se agenciarán esos adultos? No lo sé...pero me siento usado, roto y oxidado. No soy lo que era, no puedo hacer las cosas tan bien como antes y la gente sigue exigiendo lo mismo. Las alabanzas ineistentes pasaron a ser continuos acosos mentales. Y ahora todo esto ha causado una sensación que me impide llevar una vida normal:

El miedo. Miedo a ser inútil, a acabar solo, a que por una vez alguien me dé esa palmada y la acoja con rechazo debido a la falta de costumbre...

Poco se puede hacer conmigo, cuento los segundos para apagarme eternamente. Salvaos los que aún podéis.

Por vosotros.

Por mí.